Uno de los máximos problemas que se plantean en la infancia son los límites en la infancia. La sobreprotección es negativa en la educación igual que la permisibilidad. En la educación de un niño no se deben pasar las normas, el niño debe saber que su madre y padre le quieren y debe tener en cuenta las jerarquías. Cuando un papá o mamá dicen: “no”, esta decisión es inamovible. Le puede generar frustración pero esta debe superarla y aprenderla. Estas normas le proporcionarán al niño seguridad.
La sobreprotección solo hará que el niño se vuelva inseguro y posiblemente su nivel de independencia disminuya, por tanto conviene que el niño aprenda lo que ha hecho mal. Los niños necesitan ser guiados por el adulto y con ello es necesario establecer reglas para que fortalezcan sus conductas. Es importante que no se sientan heridos en su autoestima, y para ello se debe orientar el enfado hacia su comportamiento, nunca exigirle que no llore o sienta rabia. Esos sentimientos deben sentirlos para hacerlos reaccionar sobre su comportamiento. El gesto debe ser firme y sereno. No vale la pena dramatizar ni reñirle excesivamente, un tono firme y convincente será más efectivo.
Nos cuesta poner límites a nuestros hijos porque no les dedicamos suficiente tiempo o porque los padres no se ponen de acuerdo con la educación de sus hijos, y cada padre actúa de forma diferente. Los padres siempre deben ir por el mismo camino en la educación.
Es muy importante dar disciplina pero siempre con mucho amor. Es importante, también, que los niños acepten la frustración, si no es así en un futuro pueden presentar problemas en su adolescencia o adultez.
Para finalizar, es muy importante que en casa tengan un buen ambiente familiar para así tratar que el niño crezca con unos límites claros basados y fundamentados todos ellos en el amor. La falta de límites da lugar a una tendencia a la frustración. Por tanto, límites = amor +control.